domingo, 29 de mayo de 2011

"¿Por qué Brasil quiere a Humala?"



Artículo escrito por Roberto Abusada publicado en el diario Correo de Lima, Perú el 28 de mayo de 2011

Considerado por décadas como un país disfuncional, el economista Edmar Bacha acuñó el famoso término Belindia (Bélgica dentro de India) para describir un Brasil con desigualdad extrema donde una minoría vivía con estándares europeos mientras la abrumadora mayoría estaba sumida en una pobreza hindú. En los últimos 18 años, Brasil ha tenido, desde la llegada al poder de Fernando Henrique Cardoso, primero como ministro de Economía de Itamar Franco y luego como Presidente por dos periodos consecutivos, un notable crecimiento económico, y aunque posee todavía uno de los más altos índices de desigualdad, la pobreza ha disminuido de manera sostenida y la clase media ha tenido un crecimiento espectacular. Brasil es hoy la séptima economía del mundo, una potencia agrícola e industrial.

Durante el gobierno del presidente García, las relaciones con Brasil se han estrechado considerablemente y la política económica en el Perú en los últimos años ha seguido un modelo similar al brasileño, aunque con resultados marcadamente superiores. Hemos llegado a creer que Brasil nos ve como un socio estratégico vital. Pero en realidad Brasil, con una economía 14 veces mayor a la nuestra, considera al Perú un país de poca significación económica y un mercado pequeño para sus bienes. Sus empresas constructoras sí tienen un interés en el Perú, pero con cualquier gobierno sus negocios seguirían intactos -basta ver el nivel de actividad y rentabilidad que consiguen en Venezuela. El interés brasileño en los temas de la conectividad con el acceso carretero al Pacífico para sus negocios con Asia y la hidroelectricidad en Inambari son reales, pero no son algo que Brasil no pueda "comprar" vía arreglos que el Perú encuentre ventajosos.

¿Por qué entonces Brasil se interesa y promueve tanto a un candidato como Humala, empeñado en aplicar una política económica estatista y comprobadamente fracasada? La respuesta debemos encontrarla mirando la política exterior de Brasil.

En la esfera económica, la situación es distinta a la que se da en el ámbito de la política exterior, y allí el papel que juega el Perú no les es indiferente. Brasil y su diplomacia están concentrados en ejercer una posición de líder incontestable en América Latina y en acrecentar su poder político a nivel mundial. Miremos si no su importante rol dentro del G20, su protagonismo militante (aunque sin éxito) en las negociaciones de la Ronda de Doha dentro de la Organización Mundial del Comercio, sus enormes esfuerzos por conseguir un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, su rol en la Unasur, su activismo político en Irán y Medio Oriente, o su éxito al lograr la sede de las Olimpiadas del 2016 y del Mundial de Fútbol del 2014.

El Perú, con su performance económica, su política de integración al mundo y el respeto internacional ganado por sus instituciones económicas y su manejo financiero, económico y comercial, es visto como líder de un movimiento que desde el 2007 promueve una integración abierta al mundo de países ribereños del Pacífico latinoamericano. Países que aplican políticas económicas y sociales sensatas muy similares. Desde Chile hasta México, los países ribereños más importantes han firmado o buscan activamente acuerdos de libre comercio con EE.UU., la Comunidad Europea, China, Japón y otros países asiáticos. Chile, México y Perú son miembros del APEC y Colombia trabaja intensamente para integrar dicho grupo. Chile y México son miembros de la OECD -el club de 34 países desarrollados al que aspiran pertenecer también el Perú y Colombia. El Perú, Chile, México, Colombia, Panamá y Costa Rica, entre otros, tienen firmados tratados bilaterales de libre comercio entre sí, y el paso a una integración de todos los países ribereños es una meta plausible en el mediano plazo. A la Iniciativa de Integración Profunda propuesta por el Perú a Chile y Colombia se ha unido México (algo que de seguro incomoda a Brasil). Los cuatro presidentes firmaron en abril en Lima la declaración de su lanzamiento.

Ciertamente, Brasil ve con recelo esta iniciativa, ya que se trata de países con idéntica orientación económica, donde la integración resulta menos tortuosa que la que vive Brasil en el Mercosur, hoy plagado de conflictos comerciales y mutuas recriminaciones. Se trata de una competencia potencial en la esfera económica, y sin duda, política.

Brasil prefiere tratar con clientes individuales en la región. En la consecución de sus objetivos, Brasil le "sigue la cuerda" a Chávez cuando éste habla de proyectos risibles como el de un oleoducto desde Venezuela hasta Argentina, y lo "mece" con su idea del Banco del Sur.

Maneja con habilidad su relación con el kirchnerismo y su desorientada política económica y corteja a los países de la ALBA y su visión contraria a la globalización.

Nada ha graficado más vívidamente la dicotomía entre la política exterior de Brasil y sus políticas domésticas, sin duda democráticas, que los permanentes elogios que prodigó Lula a los hermanos Castro y al régimen cubano, o su aval implícito a la represión política de disidentes durante su última visita a Cuba.

Nada agradaría más a Itamaraty que poner una brecha humalista en el centro de Sudamérica y ofrecer a su nuevo cliente una relación personalizada.


Via diario Correo

Comentario: Antes se decía que Estados Unidos tenía un comportamiento imperialista con respecto a América Latina, hoy con múltiples maniobras Brasil viene asumiendo ese rol. Por ello los brasileños ya no son bienvenidos en muchos países. Los peruanos preferimos asociarnos con los países del Acuerdo del Pacífico y no someternos al imperio brasilero o asociarnos con los retrógrados del ALBA.

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