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lunes, 4 de noviembre de 2019

En 1880 y en el 2019: Los Mismos Salvajes Chilenos




Los actos salvajes que vienen ocurriendo en la actualidad en Chile, nos trajeron a la memoria el salvajismo también cometido por chilenos en 1880, durante la Guerra del Guano y el Salitre.

Entonces, nos preguntamos ¿es una característica del pueblo chileno reaccionar desbordándose hasta el salvajismo sin control?

¿Está en su ADN programado así?



Guerra del Guano y el Salitre de 1879 - Batalla de Arica
07 de junio de 1880

La consigna del ejército chileno en este combate fue: “hoy no hay prisioneros” y esto se cumplió con un salvajismo no repetido en América desde los tiempos de la conquista. 

Concluida la batalla y consumado el degüello de los prisioneros, los chilenos descendieron del Morro, y unidos con el resto del ejército, que ya ocupaba la población, emprendieron la obra devastadora. 

Empezaron por las bodegas y tiendas de licores y víveres, y embriagados continuaron el saqueo de casas, donde no se respetó el pudor ni de las ancianas… 

Cuanto hombre encontraron, fuera o no soldado, cayó bajo el filo del alevoso corvo, el cuchillo degollador, arma de reglamento de estos salvajes.

No se respetó ni los consulados de Inglaterra ni el de Estados Unidos; los refugiados en estas casas fueron sacados y conducidos a la plaza, donde se les fusiló impunemente.

La Sangre Corrió a Torrentes.

Algunas víctimas trataban de huir y daban vueltas por la plaza, encontrando siempre segura muerte; otras subían las gradas de la iglesia, que ofrecían un aspecto conmovedor; multitud de cadáveres yacían en las graderías, la sangre corría a torrentes; muchos paisanos lograban llegar a la puerta de la iglesia, en donde caían muertos por la bala de los chilenos. 

Dos individuos pudieron introducirse en el pozo que hay en medio de la plaza, y vistos por los chilenos fueron muertos a pedradas. 

Concluida esta escena se pegó fuego a las casas… 

Raros fueron los prisioneros tomados el día 7 en Arica; los que aparecieron como tales cayeron los días siguientes en los alrededores. 

Los militares chilenos Manuel Baquedano y Pedro Lagos, que comandaron el ataque, ordenaron y presenciaron la mayor parte de los asesinatos, logrando así que sus nombres se inmortalizaran en la historia de los sanguinarios.  

Los chilenos victimaron sin compasión… La soldadesca desató su salvajismo asesinando sin cuartel… La acción toda, desde el principio, fue enteramente una carnicería humana. 

El propio historiador chileno Benjamín Vicuña Mackenna apuntó: 

“Se lanzaron como lobos enfurecidos sobre un arremolinado rebaño y comenzaron a matar y matar sin que valiera llanto ni edad, ni perdón. Se formaron pantanos de sangre”

Los médicos chilenos solo atendían a sus propios heridos y no consagraban el menor cuidado a los infelices peruanos, que quedaban condenados a morir donde cayeran, no logrando escapar al cuchillo de sus criminales asesinos, que remataban a los heridos. 

Después de la captura de Arica, el ministro de los Estados Unidos allí residente, en el informe que pasó a su gobierno de lo acontecido, señaló: 

“Las tropas chilenas se han conducido no como un ejército formalmente organizado por una nación que se llama civilizada, sino como una horda de salvajes… Esto no ha sido guerra, sino una matanza por mayor”.