Con la ayuda de los padres y maestros, los niños de 6 y 8 años se lanzan a las aguas del Pacífico que bañan a la capital peruana. “Cuando estoy en el mar todo es pura vida, no hay envidia, solo es relax, diversión sana, todo es positivo, los problemas empiezan cuando salgo del mar”. Es la visión de Carlos Sierra ‘Papita’, cuatro veces campeón nacional de tabla, hoy instructor y dueño de una de las más de 40 escuelas de surf de los balnearios de Lima.
Basta dar un paseo por el circuito de playas de la Costa Verde, que une seis distritos de la capital a través de esta franja costera, para ver a decenas de muchachos que en grupos entran y salen del mar con sus tablas, las cuales aprenden a correr en estas tranquilas aguas. En menor medida también hay niños de entre 6 y 8 años y hasta señores de más de 50 que flotan en las estructuras como peces en el agua.
Para el deporte no hay edades dice Roberto Meza, otro campeón de tabla que tiene la escuela Olas Perú desde hace 10 años. Precisamente uno de sus cinco primeros alumnos fue Sofía Mulánovich, campeona mundial de tabla 2004. Fue su mentor. “Ya no se considera el deporte elitista, somos una actividad masiva, con los pocos logros del fútbol, con excepción de la Sub 17, el deporte de la tabla es el que más galardones viene dando”.
Desde que Mulánovich se coronó campeona en Ecuador en el 2004, los peruanos tomaron más interés en este deporte. Luego vendría el triunfo de Analí Gómez, una muchacha humilde de 19 años, que se coronó subcampeona mundial Billabong ASP World Junior Championship. Ella dio un giro al deporte porque se identificaron más con éste las clases populares. Finalmente fue Luis ‘Magoo’ De la Rosa -dueño de otra escuela-, legendario tablista que pasó a convertirse hace dos meses en el nuevo campeón mundial de tabla Grand Masters.
En el Perú hay más de 70 000 tablistas, en comparación con los cerca de 25 000 que había hace 10 años. También existen más de 40 escuelas de tabla, cuando en la década pasada solo había una. “Hay que reconocer que desde el triunfo de Mulánovich el deporte de la tabla tomó más impulso”, dice Egdardo del Pino, otro instructor. “Es bonito enseñar a otros, ayudarlos a completar sus objetivos y metas, sobre todo cuando enseñamos con pasión y dedicación”, subraya De la Rosa. Los cuatro instructores coinciden en que el surf es un deporte en el cual los chicos socializan mucho. Para Sierra se trata de un deporte ‘pilas’, donde los muchachos introvertidos se convierten en extrovertidos, tienen más confianza en sí mismos y se sueltan. “Los padres siempre me llaman para agradecer, eso me hace sentir bien, antes se pensaba que para ser exitoso había que ser un médico, ingeniero o abogado, pero yo me siento feliz con ser instructor de tabla, uno debe hacer lo que le gusta y esto me agrada”, dice el entusiasta ‘Papita’ Sierra.
Tanta es la acogida a este deporte, que desde el año pasado cuatro colegios de Lima y también los más caros en enseñanza han incluido a la tabla como un curso más de su currículo. Los alumnos de los colegios Roosevelt, Markham, Cambrigde y Franco Peruano, pueden escoger dentro del curso de Deportes, la actividad de surf. En el aula reciben los fundamentos teóricos y en las playas de Miraflores hacen la práctica. Uno de estos alumnos es Eduardo La Torre (14), quien dice que le animó ver a tantos jóvenes como él metidos en el mar. “Al comienzo tenía miedo, pero tres alumnos entramos al mar con un instructor, estábamos siempre cerca a la orilla, poco a poco fui perdiendo el temor. Ahora tengo muchos amigos”.
La mejor motivación para ir al colegio: que una de sus clases sea surfear. Los comentarios de estos muchachos de entre 12 y 20 años son similares: El mar es chévere, nos gusta estar dentro del agua, el mar es vida, somos peces en el agua. Los más pequeños solo sonríen, por ellos hablan sus padres. Tere Daly, mamá de Patrick Daly (6 años), dice que fue su propio niño el que le pidió practicar surf, puesto que veía que todos ingresaban con sus tablas al mar. “Tenía mucho miedo, estaba aquí en la playa todos los días desde que mi hijo entraba al mar hasta que salía. Ahora ya tengo más confianza, lo dejo solo desde las 07:00 y retorno a las 09:30 para recogerlo”, sostiene. Patrick estudia en el Colegio Markan.
Para Lucía Dancourd (15), que desde niña vivió frente al mar, era algo natural ver a sus papás en el agua, cuando aprendió a caminar estaba en la orilla. “Estar en el mar es parte de mi vida, de mi rutina”. Roberto Meza, el entrenador de la Federación Deportiva de Tabla del Perú, es el encargado de este programa de escolares. “Esto se debe a que el fútbol no da resultados, los chicos quieren practicar la tabla. Les damos valores y guías de comportamiento”.
El Perú, dice, es un país muy privilegiado por su riqueza en olas, todo el año, ya que tiene una de las costas más constantes del mundo. Un estudio de la Universidad del Pacífico precisa que el deporte de la tabla en el Perú es el número uno en imagen, porque es sano, se ejercitan todos los músculos, está relacionado con la vida, el trabajo y los estudios. Hay que tener algún nivel económico para practicarlo. Cada alumno debe pagar entre 100 y 140 USD la mensualidad, comprende dos clases semanales, incluye el uso de las tablas de plástico para las prácticas. El tiempo de aprendizaje depende del alumno, pero el tiempo es dos meses, dice Chalo Espejo, otro profesor.
El Perú exporta un promedio de 6 000 tablas anuales, para principiantes, especialmente a Estados Unidos, Japón, Australia y Nueva Zelanda. Cuenta con tres fábricas grandes -Sunset, Climax y Whilar- y otras más pequeñas.
El gerente de Sunset, Carlos Echecopar, sostiene que la peruana es una tabla para uso de escuelas y academias de surf, porque es suave, de un material denominado PVC.