Los peruanos estamos ante una disyuntiva complicada frente a la segunda vuelta de las elecciones 2021.
Son 2 los pretendientes a ocupar el más alto cargo público del Perú, el de presidente de la República.
Por un lado, alguien sobre quién pesa una solicitud fiscal de cárcel por más de 30 años por graves delitos cometidos.
En un país cuyo problema central es la corrupción ¿cómo podría ser presidente una persona sobre la que pesa una posible gran condena a pena de cárcel? ¿No sería un incentivo para desatar a los corruptos?
Hay que tener presente que posiblemente los próximos años sean de bonanza económica por el alza en el precio del cobre, y esto requiere de gente honesta y racional para una sana administración.
La propuesta en este caso es el mantenimiento del statu quo, realizando solo algunas mejoras aisladas.
Por el otro lado tenemos gente sana y bien intencionada de provincias que desea ejecutar reformas que a la vista son necesarias, pero que como tales levantan temores de que se podría ir a extremos que lleven al país a una economía incapaz de sustentar la vida de toda su población. Las malas referencias son los casos de Venezuela y Cuba, países en pobreza que además quedaron con dictadores perpetuados en el poder, eso no lo quiere ningún peruano.
En este caso se requiere disipar las dudas, ¿cómo? mostrando un equipo técnico de gente preparada y honesta que trabajaría con el gobierno en la planificación y ejecución de las reformas, sin afectar la marcha de la economía.
La mejor alternativa al respecto es que los partidos que no llegaron a segunda vuelta electoral decidan apoyar al candidato que propone reformas, porque son necesarias. Para muestra un botón, el cinturón de miseria que rodea Lima.
El apoyo de los partidos a este candidato significaría sumar conocimientos y prácticas y llevar adelante las reformas de manera racional.
Pero, lamentablemente, los partidos vienen decidiendo “lavarse las manos”, no tomar partido por nadie y así ponerse en la fácil posición de ser solo espectador de lo que pueda ocurrir y luego solo un severo crítico, mientras el país se hunde.
En las circunstancias actuales HAY QUE TOMAR PARTIDO por el Perú. Lo peor es no hacerlo y solo lanzar un manifiesto, algo que no sirve para nada.
Reconociendo que Perú necesita de reformas importantes e ineludibles, pero sin ir a los extremos de Venezuela y Cuba, se invoca a los partidos políticos serios formar equipos de trabajo con el candidato reformista.
Debe tenerse presente que mantener el statu quo actual, significa solo postergar soluciones que deben darse ya, para evitar a futuro reacciones descontroladas.
Pienso que, de no darse el apoyo de los partidos, será difícil llevar adelante reformas fundamentales, y habrá que contentarse solo con algunas mejoras al statu quo actual, dentro de un ambiente de inestabilidad política, por las acusaciones fiscales contra quien gobernaría. (jlhurtadov@gmail.com)
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