Cuando un potente ejército de un país avanzaba seguro de tomar una ciudad de otro, y éste se sentía impotente de enfrentarlo, recurría a la política de tierra arrasada o tierra quemada.
Se procedía a destruir, y quemar los restos de toda la ciudad, para que el vencedor desista de tomarla o no pueda sostenerse en ella y se retire al no poder subsistir.
Aplicada al Perú, a la política peruana, parecería que esa es la explicación de lo que está ocurriendo actualmente luego del proceso electoral que se realizó el 6 de junio para elegir al presidente del país.
Ya existe un ganador virtual, se trata de Pedro Castillo, a quien más de la mitad del pueblo peruano otorgó su voto para que sea quien presida el Perú en el período 2021 - 2026.
La candidata Keiko Fujimori, frente a su virtual derrota, viene dilatando el fin del conteo de votos presentando observaciones, impugnaciones a las actas, y hasta acusación de fraude organizado en todo el proceso electoral, algo realmente imposible de que haya ocurrido.
De no ser elegida como presidenta, la candidata Fujimori enfrenta la posibilidad de ser encarcelada por más de 30 años por diversos delitos cometidos según la acusación fiscal. Con ella también se verían afectados el cónyuge y un número grande de miembros del partido Fuerza Popular.
Frente a este panorama de derrota segura complementada con riesgo de encarcelamiento ¿está aplicando la política de tierra arrasada o tierra quemada?, la de "he sido derrotada pero causaré caos y destruiré todo lo hecho para que haya decisión de nuevas elecciones, o sino que el nuevo gobierno no pueda sostenerse por mucho tiempo en el poder y deba convocarse a nuevas elecciones en poco tiempo". ¿Habrá un pensamiento tan maligno como éste? esperemos que no, aunque por apariencias diríamos que sí.
Actualmente, tenemos un Gobierno, Congreso, Jurado Nacional de Elecciones, Fiscalía, Poder Judicial, Defensoría del Pueblo etc. instituciones públicas racionales y equilibradas, las que, estamos seguros, verán la manera de contrarrestar despropósitos como el de la "tierra arrasada" si éstos existiesen, y asegurar el fin del proceso electoral en condiciones normales. La proclamación del presidente electo no debe demorar porque ya existe un ganador de la segunda vuelta.
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