Nada menos que el 39% de la fruta que los países del hemisferio sur exportan al mundo proviene de Chile. Ello convierte a nuestro país, con envíos por sobre 2,1 millones de toneladas, en el mayor exponente de la fruticultura en aquella parte del mundo.
En la temporada 1995/1996, lo exportado por nuestro país alcanzó a una cuota de mercado de 30%. En el decenio, Chile ha sacado ventaja de sus principales competidores, como Argentina, Nueva Zelandia y Sudáfrica.
No obstante ello, el presidente de Decofrut, Manuel José Alcaíno, explica que el mercado frutícola es muy dinámico, y "nadie puede dormirse en los laureles".
Es en ese contexto donde Alcaíno menciona los casos de los arándanos argentinos y la uva de mesa en Perú, que pese a no significar aún grandes volúmenes, las tasas de crecimiento que tienen estos productos son impresionantes y aprovechan ventajas tanto por competitividad como por el tipo de producto.
En el caso de Perú, su participación en el mundo es ínfima. Actualmente alcanza al 1%.
Sin embargo, Alcaíno sostiene que la competencia es de cuidado, especialmente considerando el antecedente de los espárragos. Chile exportaba hace unos 15 años unos 5 millones de cajas. Actualmente bordea las 300 mil, y el responsable es Perú. "Sacaron en ese tiempo un muy buen producto, y la verdad es que nos barrieron de los mercados", afirma.
Aunque no cree que vaya a ocurrir lo mismo con la uva de mesa -que Perú comienza a producir con gran fuerza en el valle de Ica-, lo cierto es que las tasas de crecimiento fueron de 100% en el último año. Exportaron cerca de 2 millones de cajas de uva, versus más de 110 millones que envió Chile, pero comienzan a hacerse de un nombre en mercados como EE.UU.
El otro caso de cuidado, según Alcaíno, son los arándanos argentinos. En Chile este berrie se ha convertido en un producto estrella de la fruticultura de exportación, pero en el país vecino no ha sido menos, y actualmente se están realizando grandes inversiones, inclusive por parte de productores chilenos.
"Están creciendo fuerte, pero no podemos decir que nos pisan los talones", dice Alcaíno, detallando que mientras Chile exporta 20 mil toneladas de arándano al año, en Argentina alcanzan recién a 6 mil, aunque sus niveles de crecimiento se acercan al 100% anual.
Más allá de la calidad del producto, Alcaíno destaca el hecho de que en Argentina los productores cuentan con ciertas ventajas competitivas. "Por ejemplo, tienen el subsidio del reintegro por el uso de puertos patagónicos. El efecto de eso puede ser vital cuando los márgenes se ajustan", afirma.
En cuanto a la competitividad en relación al tipo de cambio, el presidente de Decofrut destaca que en los últimos cinco años Argentina es el único país que ha mejorado su posición.
Ello, debido a una fuerte devaluación de su moneda en relación al Euro y una apreciación mínima frente al dólar, a diferencia de los grandes países de la fruticultura, como Nueva Zelandia, Sudáfrica, Brasil y Chile, con fuertes apreciaciones de sus monedas frente a la divisa estadounidense.
"Es cierto que actualmente en Chile tenemos un problema de competitividad. Estamos con una mano de obra carísima, un tipo de cambio pésimo, pero dentro de ese escenario, hay que destacar el factor empresarial. Los empresarios chilenos están hoy en el máximo nivel mundialmente, y el trabajo que se ha hecho, pese a los tiempos difíciles, es extraordinario", dice Alcaíno.
En la temporada 1995/1996, lo exportado por nuestro país alcanzó a una cuota de mercado de 30%. En el decenio, Chile ha sacado ventaja de sus principales competidores, como Argentina, Nueva Zelandia y Sudáfrica.
No obstante ello, el presidente de Decofrut, Manuel José Alcaíno, explica que el mercado frutícola es muy dinámico, y "nadie puede dormirse en los laureles".
Es en ese contexto donde Alcaíno menciona los casos de los arándanos argentinos y la uva de mesa en Perú, que pese a no significar aún grandes volúmenes, las tasas de crecimiento que tienen estos productos son impresionantes y aprovechan ventajas tanto por competitividad como por el tipo de producto.
En el caso de Perú, su participación en el mundo es ínfima. Actualmente alcanza al 1%.
Sin embargo, Alcaíno sostiene que la competencia es de cuidado, especialmente considerando el antecedente de los espárragos. Chile exportaba hace unos 15 años unos 5 millones de cajas. Actualmente bordea las 300 mil, y el responsable es Perú. "Sacaron en ese tiempo un muy buen producto, y la verdad es que nos barrieron de los mercados", afirma.
Aunque no cree que vaya a ocurrir lo mismo con la uva de mesa -que Perú comienza a producir con gran fuerza en el valle de Ica-, lo cierto es que las tasas de crecimiento fueron de 100% en el último año. Exportaron cerca de 2 millones de cajas de uva, versus más de 110 millones que envió Chile, pero comienzan a hacerse de un nombre en mercados como EE.UU.
El otro caso de cuidado, según Alcaíno, son los arándanos argentinos. En Chile este berrie se ha convertido en un producto estrella de la fruticultura de exportación, pero en el país vecino no ha sido menos, y actualmente se están realizando grandes inversiones, inclusive por parte de productores chilenos.
"Están creciendo fuerte, pero no podemos decir que nos pisan los talones", dice Alcaíno, detallando que mientras Chile exporta 20 mil toneladas de arándano al año, en Argentina alcanzan recién a 6 mil, aunque sus niveles de crecimiento se acercan al 100% anual.
Más allá de la calidad del producto, Alcaíno destaca el hecho de que en Argentina los productores cuentan con ciertas ventajas competitivas. "Por ejemplo, tienen el subsidio del reintegro por el uso de puertos patagónicos. El efecto de eso puede ser vital cuando los márgenes se ajustan", afirma.
En cuanto a la competitividad en relación al tipo de cambio, el presidente de Decofrut destaca que en los últimos cinco años Argentina es el único país que ha mejorado su posición.
Ello, debido a una fuerte devaluación de su moneda en relación al Euro y una apreciación mínima frente al dólar, a diferencia de los grandes países de la fruticultura, como Nueva Zelandia, Sudáfrica, Brasil y Chile, con fuertes apreciaciones de sus monedas frente a la divisa estadounidense.
"Es cierto que actualmente en Chile tenemos un problema de competitividad. Estamos con una mano de obra carísima, un tipo de cambio pésimo, pero dentro de ese escenario, hay que destacar el factor empresarial. Los empresarios chilenos están hoy en el máximo nivel mundialmente, y el trabajo que se ha hecho, pese a los tiempos difíciles, es extraordinario", dice Alcaíno.